Ayer publicó Expansión un artículo en el que consta de manera muy breve mi opinión sobre el asunto de la laboralización de los abogados (dentro de la columna «La reticencia de los despachos pequeños»). Una vez más insisto en que las firmas de servicios profesionales tienen unas normas de management diferentes al resto de empresas, y comprender esas diferencias resulta clave para el éxito de una buena gestión. Centrar el debate en el coste de la seguridad social, a pesar de que supone encarecer los costes del despacho en la partida de abogados un 30% aproximadamente, es sólo el primer esbozo de un problema mayor.
Atendiendo a que estamos hablando de despachos pequeños y medianos (los grandes son otra historia y es un problema muy diferente), el molde de la relación laboral me parece poco apropiado para la trayectoria profesional de un abogado. Es más, resulta excesivamente tentadora al principio de su trayectoria y más tarde puede convertirse en un problema (para el abogado, claro). El abogado tiene muchas etapas que van aflorando con la edad, y las más importantes no encajan en este tipo de relación contractual.
Es una postura incómoda, y a veces se interpreta como que estoy en contra de los derechos de los abogados como trabajadores. Nada más lejos de la realidad (en ningún momento se me ocurriría negar la relación laboral de las secretarias de un despacho o de juniors que se incorporan sin apenas experiencia en la firma).
En definitiva, que cada uno saque sus conclusiones, dejo el artículo completo en PDF por si alguien está interesado en su lectura. Artículo en Expansión