La rivalidad entre bufetes españoles y bufetes internacionales comenzó hace muchos años. Probablemente cuando Clifford Chance abrió la oficina en Madrid allá en los comienzos de los años 80. Antes, Baker & McKenzie ya había aterrizado en España. La competencia surgida a raíz de la entrada masiva de firmas internacionales a finales de los años 90 obligó a los despachos españoles a institucionalizarse: profesionalizar la gestión, abrir el partnership, diseñar trayectorias profesionales, retener el talento… De la ‘batalla’ salieron reforzadas las firmas locales y se generaron muchos puestos de trabajo jugosos en firmas internacionales.
De un lado quedaron los Garrigues, Cuatrecasas, Uría Menéndez, Gómez-Acebo & Pombo, entre otros, y de otro surgieron los Linklaters, Freshfields, Allen & Overy y compañía.
Ahora todos se conocen, tienen una relación cordial y muchos compañeros de pupitre buscan ahora atraer clientes desde despachos de distinta impronta.Pero ahora han decidido dirimir su rivalidad -ya casi legendaria- sobre un campo de golf. 50 abogados de firmas españolas se van a enfrentar con 50 abogados de firmas internacionales. Todo un reto. Lo harán con carácter benéfico y una buena suma de dinero se repartirá entre las fundaciones o asociaciones benéficas que designen los despachos del bando ganador.
Vamos, lo de la Ryder Cup de Gleneagles va a quedar en un chite comparado con la rivalidad que se va a sentir en el club de Campo Villa de Madrid.
Los capitanes de cada bando -Javier Vinuesa, de los españoles, e Ignacio Ruiz-Cámara, de los internacionales- deberán demostrar su capacidad de gestionar un nutrido equipo de profesionales que, en esta ocasión, cambiarán la toga y la corbata por los bombachos y los zapatos de clavos.
Será una mañana para disfrutar y pasarlo bien pero no faltará la tenacidad y la estrategia, el compañerismo y la solidaridad, las ganas de ganar y las ganas de ayudar. Todo frente al campo que, en definitiva, es el gran enemigo.