A Blanca todavía le temblaba un poco la mano derecha. Había sido sólo una hora, pero podía catalogarlos como los peores 60 minutos de su vida. ¡Con la ilusión con la que había ido a la entrevista! Un despacho de gran prestigio había puesto los ojos en su expediente. Ahora que la batalla por el talento se libraba en la trinchera que escogían las firmas de abogados era toda una recompensa que el bufete de sus sueños se hubiese interesado por una alumna a punto de graduarse.
Había elegido su mejor vestuario. No saldría de copas así vestida pero la falda oscura estampaba en su gesto un punto de confianza. No le importó esperar durante una hora al socio que tenía que entrevistarla. Tendría cosas que hacer. Pero le destrozó el encuentro. Aquel abogado de buen ver y excelentes maneras se fue transformando en un implacable examinador hasta convertirse en un excelente idiota. Un tableteo incesante de preguntas casi sin final.
“En los despachos se trabaja con presión”, parecía justificarse el abogado, “y quiero ver cómo respondes a esa presión”. Pero el efecto deseado resultó excesivo. Aquella entrevista de trabajo rayaba la falta de educación.
“No sé ni cómo aguanté sin marcharme”, explicaba Blanca días después a su amiga María en la cafetería de la facultad. “¡Vaya asco! Si se las gastan así paso de ir a la entrevista”, dijo María quien también había sido invitada al proceso de selección de la firma. “Algo había oído yo”, apuntó Paula deseosa de extender rumores.
Blanca removió por enésima vez su café que se había quedado frío. “A mí, si alguien me pregunta, le diré que ni se le ocurra trabajar en ese despacho”, suspiró la estudiante.
La realidad más cruel escondida bajo unas motas de ficción desvela cómo [inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»]un despacho de abogados puede hundir su reputación en uno de sus caladeros principales sólo por la actuación pueril de un socio.[/inlinetweet]
Actividades que pueden parecer menores en la vida de un despacho como son las ferias de empleo, los procesos de selección o las presentaciones itinerantes por universidades deben ser cuidadas con esmero. Y no sólo por los departamentos de marketing y recursos humanos sino por toda la firma.
La reputación está en juego. Un mal comentario, una etiqueta negativa impuesta por un estudiante influyente en los pasillos de la facultad, un rumor…y la reputación del despacho puede estar hundida entre los futuros abogados para muchos años.
Y viceversa.
Un proceso de selección bien cuidado. [inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»]Socios que hacen atractivo -sin fuegos artificiales- el trabajo en el despacho.[/inlinetweet] Una respuesta a tiempo. Una verdad dicha con esperanza. [inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»]Son muchos los factores que pueden influir para que el atractivo de una firma de abogados brille con luz propia o se desinfle hasta morir.[/inlinetweet]