Los horarios en las firmas de abogados han provocado esta semana, una vez más, un debate que se arrastra desde hace muchos años. ¿No hay otra forma de trabajar? ¿Por qué se producen estas dinámicas?
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El problema de los horarios
Esta semana se ha hablado en prensa y redes sociales del artículo “Vivir para trabajar: el bucle agotador de consultoras, grandes despachos y bancos de inversión” (enlace a la noticia al final del artículo). Las publicaciones sobre esta materia suelen provocar un intenso debate puesto que describen largas jornadas de trabajo en las que los profesionales acaban agotados, y así desarrollan su actividad durante años. Las firmas a las que se refiere el artículo pagan muy bien a esos profesionales, hasta el punto que suelen ser de los mejores salarios de entrada al mercado de trabajo.
Las posturas opuestas que he observado han sido varias. Por un lado, quienes argumentan que si tan malo es, pueden ejercer la profesión de forma diferente en otro tipo de firma, o por su cuenta. Se oponen a esta postura los que dicen que no resulta tan fácil encontrar un trabajo una vez has entrado en ese tipo de firmas.
También se argumenta que hay muchos trabajos igual o más duros y peor pagados. Aquí no suele haber mucha discusión.
También existen dos factores que añaden confusión al debate. El número de abogados que están en el sector descrito es bajo respecto del total, y la relación laboral distorsiona mucho un análisis sosegado del problema.
¿Por qué se trabaja tanto en este tipo de firmas?
Es cierto que los trabajos en las firmas de abogados suelen tener jornadas largas. Los encargos se producen por demanda de los clientes, y no por oferta de los despachos. Es decir, que la carga de trabajo es difícil de planificar. Ni pueden sobre-dimensionar un departamento porque en ocasiones tienen picos de trabajo, ni pueden reducirlo de forma permanente porque tienen dos meses flojos.
En segundo lugar, son negocios donde la aportación de trabajo del profesional y el dinero están muy cerca. En las empresas de producto, desde que una persona realiza su trabajo hasta que se vende el bien intervienen otros muchos factores de producción. Sin embargo, con el trabajo del profesional el encargo está terminado. Eso provoca que, de forma directa y rápida, un incremento de la eficiencia y la productividad tenga un impacto económico positivo muy fuerte. Si con los mismos recursos puedo hacer más encargos (eficiencia), la rentabilidad es mayor. Y esta rentabilidad puede distribuirse entre el profesional y la firma (salarios variables o bonus), de ahí los salarios por encima de la media de mercado.
¿Van a cambiar las firmas esta forma de trabajar?
Es difícil que se produzcan cambios a corto plazo. En primer lugar, la integración de la vida profesional y la familiar no depende exclusivamente de las firmas. Existen factores sociales, familiares y por supuesto, de las firmas, pero los otros dos factores no son algo que puedan resolver este tipo de empresas.
En segundo lugar, estas firmas y su forma de trabajar siguen siendo atractivas para muchos profesionales. El número de profesionales que pertenecen a este grupo es pequeño comparado con el total de los abogados ejercientes en España. Para hacerse una idea, las 71 firmas que Expansión incluyó en su ranking de despachos de abogados publicado en 2020 con datos de 2019, sumaban un total de 12.324 profesionales. El censo del Consejo General de la Abogacía Española da una cifra de 153.913 abogados ejercientes a 31.12.2020 (sobre un total de 249.153 abogados ejercientes y no ejercientes). La retribución está muy por encima de la media y el tipo de trabajo es un incentivo para muchos de ellos. Quieren retos complicados con los que aprender.
En tercer lugar, la competencia entre firmas termina de cerrar el círculo. Siempre hay una firma dispuesta a aceptar este tipo de trabajo con disponibilidad para el cliente cuando lo necesite. La oferta supera a la demanda. Por mucho que se critique a las firmas, son los clientes los que definen la forma de trabajar de los abogados. Cualquier cambio siempre vendrá del lado de la demanda. Y mientras tanto, se produce un efecto similar al “dilema del prisionero” de la teoría de juegos, donde resulta más rentable “no cooperar” en un escenario de juego iterado. No hay que olvidar que estos salarios más altos se generan por la combinación de talento y disponibilidad. Si sacamos uno de los elementos de la ecuación, el resultado no será el mismo.
Y por último, recordar el mercado legal tiene una capacidad instalada muy variada. Despachos grandes nacionales, internacionales, generalistas, especializados más pequeños, medianos, o el ejercicio individual de la abogacía son algunos de los ejemplos sobre las formas de organizarse para ejercer la profesión. Cada uno con sus ventajas e inconvenientes.
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